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Un héroe de Nottingham

Actualizado: 8 feb 2020


Maldito United. No solo es el título de uno de los mejores libros de fútbol que se han escrito nunca, es, sin ninguna duda, lo que Brian Clough, protagonista de ese libro y de esta historia, se estuvo diciendo a si mismo durante mucho tiempo. El tiempo que va desde el día después de fichar por el Leeds United hasta que logró la primera copa de Europa con el Nottingham Forest.

Fuente: PremierLeague.com / Brian Clough

El año anterior el Forest ganó la liga. Está bien pero eso nuestro protagonista ya lo había hecho con el Derby County, necesitaba más. Una copa de Europa con un equipo humilde como el Nottingham Forest, sin duda, era motivo suficiente para dejar de pensar en ese maldito Leeds United campeón en el que él fracasó.

Para Clough hacerse cargo del Leeds era hacerse cargo del legado de un enemigo, Don Revie. Recién nombrado seleccionador inglés, puesto al que también optaba nuestro protagonista, Revie dejaba al Leeds en lo más alto en Inglaterra y Clough iba a necesitar la copa de Europa si quería hacer olvidar a su antecesor. Y no le valía solo con ganar, además debía hacerlo con su estilo.

Alejado del futbol duro, violento que proponía Revie en su Dirty Leeds, Clough pondría pelota en el suelo y practicaría buen fútbol. No salió. 44 días duró en el cargo. 44 días en los que la fidelidad de jugadores, aficionados y prensa de Leeds hacia su ex-entrenador Revie amargaron su egocéntrico proyecto de superar a su enemigo.

El inicio de todo

Pero justo en ese momento, sin saberlo, Clough empezó a dejar de ser un entrenador para convertirse en una leyenda, un mito, el referente de una pequeña ciudad del nordeste de Inglaterra, Nottingham. Clough se hizo cargo del club estando éste en segunda división. Peter Taylor, su compañero, amigo y hermano, que se había separado de él cuando Clough fue a Leeds, volvió a su lado y entre los dos lograron construir una de esas historias épicas con final feliz que solo de vez en cuando se dan en la vida.

Era la temporada 77-78, Clough y Taylor fichaban para el Forest una serie de jugadores que deberían ayudar en el objetivo de consolidar el club en primera. Veteranos curtidos y jóvenes con ambición, ninguna estrella excepto un portero, Peter Shilton, que también acabaría convertido en leyenda. Con estos jugadores y esa propuesta de juego al piso que fracasó en Leeds, se obró la épica. El Forest lograba Liga y copa de la liga. Pero lo mejor aún estaba por llegar.

El siguiente año Nottingham dejó de ser la ciudad de Robin Hood para ser, para siempre, la ciudad de Brian Clough. La copa de Europa era una gesta mayor que cualquiera de las realizadas por Robin Hood. Y si a esa primera copa de Europa se le suma una segunda y una supercopa ganada al F.C. Barcelona, Clough entraba para siempre en el reino de la leyenda.

Fuente: Notthingam Forest / Brian Clough junto a los suyos

El antihéroe

Pero Clough no puede ser un héroe. Donde encaja Clough es el antihéroe, el hombre imperfecto, lleno de defectos, incluso odioso y antipático pero que ayuda a los demás a ser algo más felices. De la misma manera que no se puede definir el fútbol como solo un deporte, Clough no puede ser definido como solo un entrenador. De la misma manera que la importancia social y política del futbol impiden que sea leído solo como un espectáculo la importancia social y política de Clough lo llevan a ser considerado más que un entrenador.

Clough era bocazas, orgulloso, alcohólico, prepotente pero también era ese personaje importante que se definía políticamente, que daba su apoyo a los mineros en su lucha ante las políticas neoliberales de Thatcher, que odiaba el fascismo, que daba la cara ante lo que consideraba justo y lo hacía como entrenaba poniendo toda su pasión, toda su vida en su tarea. No solo daba apoyo a los mineros, se unía a sus piquetes, no solo odiaba el fascismo, firmaba manifiestos en apoyo a la Anti-Nazi League. Y hacía todo eso de la misma manera que fichaba a un jugador acabado, lo ubicaba de líbero y lo convertía en uno de los mejores jugadores de Europa, creyendo en ello.

Clough murió de cáncer. El alcohol pudo con él pero a día de hoy es imposible pasear por Nottingham sin encontrarlo en cada rincón. Tiene su grada dedicada en el City Ground, tiene su estatua en el centro de la ciudad, tiene, incluso, a su nombre, la carretera que va de Nottingham a Derby County pero sobre todo Clough vive en la gente de Nottingham. Es un fantasma presente en la memoria, esto es en la vida, de la gente de Nottingham. En el bus que te lleva al estadio, en el tren que te acerca a Nottingham, en el pub, en las tiendas y supermercados, en cualquier lado puedes preguntar por Clough y su memoria se hace presente. Eso es el fútbol.

Fuente: Depositphotos / Estatua de Brian Clough en Nottingham

Y da igual que no hayas visto jugar a su Forest, lo quieres, lo respetas y lo idolatras porque entiendes que Clough es el orgullo de Nottingham. Él y Robin Hood pero el arquero nunca ganó dos copas de Europa y pocas cosas pueden haber más importantes que ésa.

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