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Un equipo atrapado en su propia pesadilla

El Barcelona cayó en el Ciutat de Valencia ante el Levante, que en siete minutos le marcó tres goles. Tercera derrota en Liga para los azulgrana, que ya suman tantas como en toda la temporada pasada en la competición de la regularidad.

Foto: Reuters / El Levante celebrando uno de sus goles ante las caras largas de Roberto y Griezmann.

Ya venía el ambiente enrarecido en el entorno blaugrana. La no convocatoria de Osumane Dembélé siempre genera suspicacias. Pese a que L’Equipe publicó que tuvo molestias y la decisión fue por precaución, Valverde y Aspiazu se encargaron de dejar claro que fue decisión técnica.


En estas, volvía el tridente MSG arriba y Busquets se quedaba en el banquillo por rotación, dando entrada a Arturo Vidal en el once.


Desde el inicio, el Barça no estuvo cómodo. Imprecisiones de De Jong y Arthur para encontrar a Messi y sólo dos rermates, ineficaces, uno de Suárez y otro de Sergi Roberto.


Poco a poco, los blaugrana fueron tomándole el pulso al partido, liderados por un actor secundario: Nélson Semedo. El lateral diestro, en esta ocasión zurdo, fue el arma más incisiva del Barça en ataque con sus incorporaciones.


Miramon, el zaguero diestro del Levante sufría mucho con el portugués asociándose con Arthur y Griezmann en zona de tres cuartos.


Tal fue así, que Semedo provocó la pena máxima que Messi convertiría en el 0-1, a falta de menos de diez minutos para el descanso. La actuación del portugués comenzaba a ser de las mejores que se le recuerdan vestido de azulgrana.


Pocos instantes después del gol, Suárez se marchó lesionado con molestias en el sóleo, dando entrada a Carles Pérez. Al descanso, parecía que el gol había sacudido el interrogante que siempre acompaña al Barça fuera de casa.

Foto: Manel Montilla / Semedo ante la mirada de Gonzalo Melero.

Siete miuntos para olvidar

La segunda parte evidenció todos los males que el Barcelona arrastra cada vez que, fuera de casa, le aprietan dónde más le duele. Al cuarto de hora de reanudarse el partido, un errático Piqué entregó mal su rechace y el Levante armó una contra rápida que finalizó Campaña sólo en el corazón del área. Nadie lo sabía pero los siguientes siete minutos el Levante descosería al Barça por completo.


No habían pasado dos minutos del primero y Borja Mayoral, ajustició a Ter Stegen con un tiro colocado desde la frontal. Dos minutos, dos goles. Reacción furibunda de un Levante que, llevado en volandas por su gente, quería recordarle al Barcelona que las dos últimas temporadas ya había mordido el polvo en el Ciutat.


Sin rumbo reaccionó el Barça, esperando reacciones desde el banquillo, dónde Valverde buscaba la tecla para girar la situación. Entre el festival goleador granota, Busquets y Ansu Fati entraron al campo. Nada más entrar, fueron testigos de cómo Radoja aprovechaba otro error de la defensa para el tercero y, avergonzar a un Barça deshecho.


Mientras el precoz Ansu Fati buscaba soluciones con su 1x1 y su disparo, siendo el mejor del Barcelona en la recta final, el Levante no sufrió en demasía. Sólo el gol de Messi, que el árbitro anuló por fuera de juego, hizo tiritar a los de Paco López.


Ya al final, Melero pudo sonrojar todavía más a los catalanes de haber aprovechado una contra de manual en el descuento. Su tiro se marchó fuera. El Barça acabó sin ser capaz de demostrar capacidad de reacción ante las adversidades que le plantean los rivales.


El Barcelona sigue preso de sus propios males, principalmente la incapacidad de reacción ante escenarios hostiles y rivales sólidos. Desde Madrid hasta Anfield, pasando por París, Turín y Roma. Lo que parecía ser un problema en los desplazamientos de Champions, parece que ahora lo es también en Liga.


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